Nunca sabremos su nombre. Ni tampoco su edad exacta. Tal vez haya tenido los ojos rasgados, propios de su linaje milenario. O a lo mejor lucía una cabellera renegrida y la piel del color de la ambrosía quemada. Quizás fue una ninfa de Las Yungas, un manantial entre rocas, una laguna insomne y, al final, un ave sagrada. Nunca lo sabremos. Solo perdura de ella una muela olvidada dentro de una vasija con forma de mujer, que fue descubierta por casualidad el año pasado en un exuberante paraje de los cerros taficeños. Lo demás, sólo es conjetura. Conjetura y sueño.
El singular tesoro, que dejó perplejos a los arqueólogos, incluyó otros cinco recipientes más pertenecientes a la cultura Candelaria y que -hoy se sabe- podrían tratarse de las vasijas más antiguas del NOA, ya que tendrían casi 3.000 años.
El descubrimiento se produjo -como suele pasar con los hallazgos legendarios-, en una vivienda de la zona de La Toma, un paraje localizado en los cerros de Tafí Viejo, donde hoy existe un flamante balneario que es muy visitado por los turistas.
Según cuenta la familia Ramírez-Cazorla, propietaria de la casa, las vasijas aparecieron de golpe, como surgidas por algún sortilegio, cuando excavaban un pozo para la construcción de un baño. Al toparse con el tesoro, los obreros informaron a las autoridades municipales, quienes posteriormente se contactaron con la Comisión de Patrimonio del Instituto de Arqueología y Museo (IAM-Facultad Ciencias Naturales e IML, UNT). El paso siguiente fue notificar a la Dirección de Patrimonio del Ente Cultural y, en el marco de un acuerdo sellado entre estas dos instituciones, se iniciaron las intervenciones.
“Es un hallazgo muy significativo para nosotros, no sólo por la antigüedad de los restos, sino porque está destinado a cambiar la prehistoria de nuestra ciudad”, señaló el intendente Javier Noguera, quien revelará hoy a las 19, en la Hostería Atahualpa Yupanqui, la datación exacta de los restos. Esta prehistoria, de hecho, ya comenzó a escribirse hace tres años, cuando se encontraron en pleno centro taficeño, los restos de un chamán bautizado Ishma, de más de 2.000 años, que se conservan en el museo de la hostería. “Estas últimas vasijas son aún más antiguas y ratifican la presunción de que existe un gran cementerio arqueológico en nuestros cerros”, agregó Noguera.
El rescate, cuya actividad implicó la georreferenciación del sitio, la limpieza del sector y de los perfiles y el acondicionamiento para prever futuras roturas, estuvo a cargo de Osvaldo Díaz, María José Barazzutti, Guillermo Ortiz y Soledad Marcos, profesionales del Instituto de Arqueología.
“Se encontraron cuatro vasijas grandes ubicadas en línea y otras dos más pequeñas o vasos rituales, que contenían en su interior un molar cada uno. Esto nos dio la pauta de que no se trataban de urnas funerarias, como en el caso del chamán encontrado en la avenida, sino que tenían que ver con algún tipo de ritual”, señaló Ortíz, a cargo de la investigación.
El experto relató que se hicieron varios estudios para poder saber qué contenían exactamente los reservorios de cerámica. “Encontramos que las vasijas tenían restos de bebidas alcohólicas fermentadas. Y las que aparecieron con las muelas, son reservorios rituales. Uno de ellos posee incluso el dibujo de una mujer con sus pechos y vientre abultados que representa el embarazo o la transformación de una mujer en ave. Esta es una de las características de la cultura Candelaria”, agregó. Tal vez por eso, los expertos bautizaron a este vaso como “la mujer pájaro”.
De niña a mujer
Luego de intensas investigaciones, los arqueólogos pudieron elaborar una teoría sobre el origen de los tesoros. “Una de las vasijas fue usada en un ritual de iniciación, que representaba el paso de niña a mujer, como es en la actualidad una celebración del cumpleaños de quince”, señaló Ortíz. Y agregó: “en este tipo de ritual muchas veces se consumían bebidas alcohólicas y alucinógenos con la guía de un chamán”. Lo que no se pudo reconstruir hasta ahora es la historia de esta niña-mujer, cuya muela sobrevivió más de 3.000 años en la oquedad de Las Yungas. Se presume eso sí que la vasija es, en cierta forma, una suerte de crisálida mágica destinada a dar testimonio de esta particular transformación femenina.
En tanto, las vasijas más grandes, que fueron las primeras en aparecer durante la excavación, servían para el traslado de agua. “En una de ellas encontramos almidones que por cambio enzimático, nos hacen pensar que se usaban para fermentar bebidas alcohólicas. De hecho, existen restos arqueológicos de la cultura Candelaria donde se observa a la mujer transportar el cántaro de agua, con una cuerda que le permitía tener las manos libres”, enfatizó Ortíz.
Identidad taficeña
Para los expertos, el hallazgo de estas vasijas permitirá reconstruir la prehistoria de Tafí Viejo. “Existe la idea de que nuestra ciudad nació como villa turística y que luego se desarrolló gracias al impulso de los talleres ferroviarios. Pero ahora vemos que no es así; que hace más de 3.000 años ya había pobladores en toda esta zona. Ese es el linaje de Tafí Viejo que ahora comenzamos a descubrir”, comentó Teodoro Karamaneff, director de Turismo de esa ciudad, quien tuvo un rol fundamental en el rescate.
Para determinar el estilo y origen de las piezas fue necesario una importante investigación. “Realizamos asignaciones estilísticas de las piezas con ayuda del patrimonio del instituto, haciendo comparaciones”, dijo Lorena Cohen, del Conicet. Y agregó: “hicimos un raspado para analizar micropiezas que solo pueden observarse a través de microscopio. Procesamos el interior y determinamos que la pieza efectivamente pertenece a la cultura Candelaria”. ¿Por qué? Pues porque las piezas tienen presencia de rasgos humanos y de aves. En una de ellas, incluso, están representadas ambas cosas. “Lo interesante es que hasta ahora no habíamos encontrado restos que tengan las dos figuras juntas y existen muchos relatos, sobre todo en el área chaqueña, donde la mujer se transforma en ave. Es decir que esta pieza tiene que ver con un ritual sagrado. Creemos que sería el paso de una edad a otra, la metamorfosis de la mujer pájaro”.
Por su parte, Osvaldo Díaz, del área de Arqueología de Patrimonio de la Provincia, confirmó que las piezas serán exhibidas en la Hostería Atahualpa Yupanqui. “Buscamos que el patrimonio vuelva al lugar y contribuya como información histórica para los pobladores”, enfatizó.
De esta forma, aquella niña que dejó atrás su infancia para asumir los desafíos de su tribu como una mujer pájaro, yacerá desde ahora junto a los restos de Ishma, el chamán que desde hace dos años hechiza a los visitantes y absuelve a los taficeños.